Tijeretazo positivo

“Cada uno se gasta lo que quiere” me espeta mi madre cada vez que sostengo lo inútil que me parece el derroche en trajes y trajecitos por parte de la Corte de Honor y de la Reina de mi pueblo. Y eso que aquí en Vila-real, no tenemos ninots. Menos mal. Pero bueno, que para gustos colores. Yo prefiero un buen viaje, otros preferirán irse de compras y el resto simplemente ahorrar, que en estos tiempos no es que no venga mal, es que viene mejor que bien.

Precisamente la crisis se ha erigido como la principal preocupación de los españoles en el barómetro del CIS. Pero detrás de estos números rojos, se esconden realidades, caras, personas. Somos una sociedad sin trabajo, pero sobre todo sin esperanza, ilusión o alegría. Una sociedad fea, de pesimistas a la que si encima le recortan uno de los momentos que más alegría produce por metro cuadrado, apaga y vámonos.  Sí, hablo de las Fallas.

El Ayuntamiento de Burriana prevé ahorrar algo más de 60.000 euros en los próximos dos años. Para ello, gastos como la Cena de Gala, las insignias, las bandas, el librillo fallero o las costuras de las Damas, entre otros dispendios superfluos, ya no corrieron este curso a cargo del consistorio. Aparentemente, pueden pensar “vaya tontería reducen en lo que menos cuesta”.

Veamos, sólo con la cena y la orquesta posterior ya se reducen cerca de 30.000 euros ¿Y ahora qué, eh? ¿Nos sigue pareciendo injusto que las comisiones se costeen el menú? Realmente esa no es la cuestión. Nos quejamos de chupópteros o interesados. Ahora, las invitaciones de la mitad de esos gorrones se han eliminado. Concejales, miembros de la Junta Local y acompañantes ya no campan a sus anchas con dinero público.

La esencia de la fiesta resiste. Y me atrevería a decir, incluso que con más fuerza que nunca. Por una razón muy sencilla y contradictoria. Este tipo de festividades deberían ser por y para el pueblo. Y los recortes, aunque parezca mentira, así lo han permitido. Alea iacta est.

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